Raíces Sagradas
1 Cor. 14:33-34 - Pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz. Como en todas las iglesias de los santos, [34] vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice. 2 Tes. 2:14-17 - A lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo. [15] Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra. [16] Y el mismo Jesucristo Señor nuestro, y Dios nuestro Padre, el cual nos amó y nos dio consolación eterna y buena esperanza por gracia, [17] conforte vuestros corazones, y os confirme en toda buena palabra y obra. “La tradición recibida” no era fácilmente adoptada en las iglesias; tampoco se le daba la bienvenida sin verificar cuidadosamente las experiencias. La tradición de los apóstoles, es decir, su instrucción acerca de diferentes temas plasmados en sus epístolas, era un cuerpo vivo de enseñanzas, escritos, instrucciones y órdenes dadas a través de una correspondencia personal, de sus fieles representantes elegidos y de su propia consejería personalizada. La Iglesia primitiva no tenía un canon establecido del Nuevo Testamento; y le era tan difícil comunicarse entre una región y otra. Por eso, la permanencia en sus tradiciones, sean éstas verbales o escritas, era crucial para su cuidado pastoral en las iglesias. Cuando las asambleas eran fieles a sus mandamientos, los cuales eran consistentemente practicados y escuchados en toda la red apostólica de iglesias, éstas eran alabadas y estimuladas por los apóstoles. 6. Cuando una congregación usa una tradición que fue recibida para permanecer fiel a la “Palabra de Dios”, ésta es elogiada por los apóstoles.
1 Cor. 11:2 - Os alabo, hermanos, porque en todo os acordáis de mí, y retenéis las instrucciones tal como os las entregué.
2 Tes. 2:15 - Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra.
2 Tes. 3:6 - Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros.
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