Raíces Sagradas

Si bien en el Nuevo Testamento no aparecen credos en sentido formal, fuentes de material parecidos a un credo aparecen en algunos lugares. Por ejemplo, Pablo puede hablar acerca de las tradiciones de los apóstoles que fueron dadas en palabra y hecho (2 Tes. 2:15), y habla sobre la “Palabra del Señor” (Gálatas 6:6). La predicación de los apóstoles es resumida y presentada en un sentido formal, en forma de credo en 1 Timoteo 3:16, con las diferentes frases de la declaración de Pablo que posee una especie de ritmo confesionario: 1 Tim. 3:16 - E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria. estructura de credo y expresa a modo de resumen el mensaje apostólico esencial respecto a Jesús, quien es el Cristo. Algunas de las partes más exquisitas y sugerentes de la confesión de credo en el Nuevo Testamento son las confesiones bautismales (ver Hch. 8:37; Mt. 28:19; Rom. 10:9-10). Estas son declaraciones importantes con respecto a la confesión de los primeros cristianos y sus creencias; y dan una visión real de la naturaleza de las primeras creencias cristianas, las cuales son necesarias para la salvación y para entrar al cuerpo de Cristo sobre la base de la confesión. Por supuesto, el gran himno a Cristo de Filipenses (Flp. 2:5-11) nos ofrece uno de los primeros ejemplos de la confesión cristológica en la Iglesia. En este maravilloso texto vemos toda la historia de la humillación y exaltación de Cristo para la Iglesia, dada en el contexto de adoración y de instrucción para el discipulado. Todos estos textos dan sugerencias sobre el tipo de información y materiales que influirían considerablemente en la redacción y la estructura de los primeros credos. Si bien en el sentido técnico este resumen es un comentario acerca de la predicación de los apóstoles (comp. Rom. 16:25-27), tiene forma de una ¿POR QUÉ los CREDOS EN PRIMER LUGAR? Con el canon completo y final de la Biblia dado a nosotros, es apropiado preguntarnos por qué necesitamos en absoluto a los credos. ¿Por qué no podemos simplemente dejar que la Biblia hable en sus propios términos, dejando que ésta sirva como la última palabra para nosotros en asuntos de doctrina y práctica de nuestra fe?

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