Raíces Sagradas
Dond e S e a , S i emp r e y p o r T odo s
confesional de la comunidad, el credo nos llama a reafirmar nuestra fe juntos e intenta convertirse en una parte de nuestra conciencia y esperanza. Es una declaración de nuestras convicciones más profundas con respecto a cómo entender la naturaleza del mundo, de Dios, de la vida y del más allá. Me fascina recitar el credo cada semana en nuestro servicio de adoración. Juntos, con gozo y energía, exclamamos con esta declaración nuestra confesión de celebración con respecto a la vida y el mundo. Afirmamos, en medio de otros creyentes, lo que todos apreciamos con respecto a Dios y su Hijo Jesús, el Espíritu Santo, la Iglesia y la era venidera. Cada vez que recitamos juntos esta confesión antigua, me imagino a los millones de hombres y mujeres, niños y niñas a lo largo de la historia que han confesado esta misma constelación de verdades, este mismo documento, con el mismo lenguaje, la misma esperanza, y los mismos anhelos y deseos. Muchos dentro de esta corriente sagrada de confesores han tenido que derramar sangre por estas verdades, sufriendo por causa de sus creencias, incluso muriendo como mártires por defender y mantener estas afirmaciones asombrosas acerca del amor de Dios para la humanidad. En nuestra confesión, reconocemos nuestro lugar con ellos y nos ponemos de pie junto a ellos en compromiso mutuo respecto a la revelación de Dios en Cristo. La simplicidad de su mensaje coincide con la elegancia de la historia bíblica. Entrenamos desde sus verdades a nuevos miembros y pastores, misioneros y candidatos al bautismo, penitentes que vuelven a nosotros y profesores en las escuelas teológicas. Ha demostrado ser suficiente para todos; es suficiente para nosotros, quienes amamos al Señor. Y por eso hago un llamamiento a este elemento esencial de la fe cristiana. A través de sus enseñanzas podemos enraizar a los nuevos creyentes y facultar al teólogo, pastor u obispo, para defender la fe ortodoxa histórica. Redescubrir el poder de la teología cristiana para su vida, es lo que creemos que realmente hace la diferencia. Porque en las verdades del credo conectamos creencia con doctrina, actitud, perspectiva y esperanza. A través de nuestra fe, estamos conectados con las luchas de todos los cristianos en todas partes, en todos los tiempos y a lo largo de toda la historia. Da una visión panorámica de lo que ha sucedido y de lo que pronto se llevará a cabo en Cristo.
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