Representado la teologia

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R e p r e s e n t a n d o l a t e o l o g í a

¡Venga Tu Reino! Disertaciones sobre el Reino de Dios Editados por Terry G. Cornett y Don L. Davis

Un relato de dos reinos

Tomado de “The Agony and The Ecstasy” en la sección Why We Haven’t Changed the World, by Peter E. Gillquist. Old Tappan, New Jersey: Fleming H. Revell Company, 1982. págs. 47-48.

Escuchen la parábola del reino. Un príncipe usurpador del reino de este mundo, por medio de un magistral e ingenioso programa de engaño, logró reunir a millones de súbditos bajo su poderoso gobierno. Por supuesto que él los atrajo del dominio de otro monarca, pero ahora los consideraba a todos como suyos. Después de todo, ellos habían estado bajo su dominio por un tiempo considerable, y el monarca aún no los había recuperado. Sí, en la mente de este príncipe usurpador, esa gente legalmente es su pueblo y esa tierra su tierra. De repente, sin mucha advertencia, el gobierno rival, el monarca de quien fueron robados, se pone en acción. El hijo del monarca rival es colocado en el terreno mismo del príncipe usurpador para tomar a quienes quisieran sujetarse a su reinado de nuevo. El plan del monarca es tomar a esa gente de la autoridad, filosofía y estilo de vida del príncipe usurpador. Lo más atrevido de todo es que el monarca establece su Gobierno dentro de la propiedad misma del príncipe usurpador. Y en lugar de remover inmediatamente a sus restaurados súbditos de la tierra, los mantiene ahí hasta que una enfermedad llamada muerte (una consecuencia del régimen del príncipe que es eventualmente aplicada a todos) trae un cambio en sus existencias. Para agravar aún más el asunto, el hijo incluso promete a la gente que va a salvarlos de la muerte y que serán primicias cuando Él muera y vuelvan con Él a la vida otra vez. Turbado, pero no derrotado (piensa él), el príncipe usurpador lanza contraataques por todos los frentes. Al darse cuenta que no es un fuerte rival para el otro rey, uno a uno, lanza un renovado programa de engaño, simplemente mintiéndole a sus ciudadanos acerca del otro gobierno. Eso no siempre da resultado, porque el hijo del monarca sigue recibiendo nuevos súbditos. Pero como son criaturas tan débiles, el príncipe no ve razón para perder las esperanzas de su eventual retorno. Consecuentemente, incluso después que ellos llegan a ser ciudadanos del otro reino, el usurpador se mantiene presionándolos. La falsedad es el arma más común del príncipe. La usa en los puntos más estratégicos. Puesto que las personas más comprometidas son las más peligrosas, él ataca con los celosos que quedaron de sus anteriores súbditos para soltar rumores acerca de ellos e

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