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Día 2

Tómese un momento y ore antes de leer el siguiente pasaje. Ore para que Dios abra su corazón y su mente a la verdad de Su Palabra. Si tiene tiempo, lea el pasaje más de una vez, subrayando las cosas que le llamen la atención. “Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición.” 1 Pedro 3.8-9 Señor poderoso y maravilloso, vengo ante ti sabiendo que eres mi Dios y que sin ti no soy nada, y sin tu ayuda no puedo hacer nada. Señor, ayúdanos a vivir según tu voluntad. Ayúdanos a entender que todos somos hermanos y hermanas que no están aquí para competir entre sí, sino que están aquí para amarse y ayudarse mutuamente. Amado Dios, quítame todo ego y egoísmo y ayúdame a poner a mis hermanos y hermanas antes que a mí mismo. Oro para que nuestro deseo siempre sea ser de bendición para alguien todos los días de nuestras vidas. En tu santo nombre. Amén.

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