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Servidumbre y Pies Apestosos Lea Juan 13.1-11 y Lucas 22.24-27 Imagínese que usted ha caminado millas por caminos polvorientos. No solo eso, sino que lleva sandalias, sus pies expuestos al polvo, al agua sucia y otros desechos. En época de Jesús, esto era una realidad diaria. La mayoría de los hogares tenían un criado que lavaba los pies de los invitados. Esto era considerado una posición baja, sin glamour ni honor, pues lavaban pies que tenían muy mal olor. Sin embargo, aquí vemos al Hijo de Dios, asumiendo el papel de un siervo. Lo que hizo no sólo fue extraño, era impensable. Como maestro, habría estado por encima de tales tareas. Pedro está sorprendido por esta exhibición, pues va en contra de todas las normas culturales. De hecho, lo inapropiado de todo esto hizo que Pedro exclamara: “¡Nunca me lavarás los pies!” Pero Jesús dejó muy claro que a menos que lavara los pies de Pedro, no tendría lugar con él. Pedro aprende que si quiere ser un verdadero discípulo de Cristo, debe someterse a quien Jesús realmente es: Un siervo humilde que hace la voluntad de su Padre. Como usted ve, Jesús está modelando para los discípulos de qué se trata el verdadero liderazgo de servicio. No se trata de la gloria terrenal. No se trata de ocupar un puesto de gran honor. Está llamando a sus discípulos a la humildad, a ser siervos. ¡Se trata de un reino al revés! El Hijo de Dios lavando los pies sucios y ordenando que ellos también sean tales servidores. Era una forma revolucionaria de pensar en ese momento y sigue siendo revolucionaria en la actualidad. Un hombre joven que recientemente se unió a una iglesia se acercó a su pastor un domingo y le preguntó cómo podía servir en la iglesia. El pastor, contento de escuchar esas cosas, le dijo al hombre que necesitaban que alguien pusiera y quitara las sillas todos los domingos. La cara del hombre decayó. Él esperaba servir en una posición “inicial.” 37

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