Teología de la Iglesia, Libro de Notas del Estudiante, SW03

T E O L O G Í A D E L A I G L E S I A

5 4 /

Todas las evidencias cristianas… indican que los elementos de servicio [de la iglesia primitiva] no tenían una secuencia fija; el clímax del servicio semanal en el Día del Señor era el sacramento de la Santa Cena.

~ R. G. Rayburn. “La adoración en la Iglesia”. Diccionario Evangélico de Teología . Walter A. Elwell, ed. Grand Rapids: Baker, 1996. p. 1193.

La [Santa Cena] puede ser celebrada en la manera más adecuada, si fuera dispensada a la iglesia más frecuentemente, por lo menos una vez por semana,... Debemos siempre asegurarnos que no haya una reunión del cuerpo de Cristo sin la Palabra, oración, dispensación de la Cena y [la ofrenda para los hombres].

~ Juan Calvino. Instituciones . 4.17.43-44.

2

Una segunda razón por la que cada cristiano debería [tomar la comunión] tan frecuentemente como pueda, es que los beneficios son tremendos… La gracia de Dios que allí se otorga nos confirma el perdón de nuestros pecados y nos permite dejarlos. Así como nuestros cuerpos se fortalecen por el pan y el vino, así también nuestras almas con estos símbolos del cuerpo y la sangre de Cristo. Éste es el alimento de nuestras almas: Nos da fuerza para ejecutar nuestros deberes, y nos guía hacia la perfección. Por lo tanto, si nos importa obedecer el claro mandamiento de Cristo, si deseamos el perdón de nuestros pecados, si deseamos la fortaleza para creer, para amar y obedecer a Dios, entonces no deberíamos desaprovechar ni una oportunidad para recibir la Santa Cena, y no deberíamos dar la espalda nunca a la fiesta que nuestro Señor nos ha preparado. No debemos ser negligentes frente a la buena providencia de Dios en cuanto a este propósito. Ésta es la regla verdadera: Debemos recibir la Santa Cena con tanta frecuencia como Dios nos permita. Cualquiera, por tanto, que no la reciba, sino que se aleja de la mesa sagrada cuando todas las cosas están preparadas, o no entiende esta obligación, o no le importa ni el mandamiento de nuestro Salvador agonizante, ni el perdón de sus pecados, ni la fortaleza de su alma, ni el ser refrescado con la esperanza de gloria.

~ John Wesley. “Sermón 101: El deber de la comunión constante”. La obra de John Wesley . Vol. 7-8. p. 148.

Made with FlippingBook HTML5