Dios el Hijo, Libro de Notas del Estudiante, SW10

1 4 /

D I O S E L H I J O

medio, les dijo: Paz a vosotros. [20] Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor. [21] Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. [22] Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. [23] A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos [24] Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. [25] Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. El les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré . [26]Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. [27] Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. [28] Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! [29] Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron. Antes de que, como líderes y obreros de Cristo sirvamos a los demás, debemos en primer lugar ser personas de adoración. Amar al Señor nuestro Dios es el primer y más grande mandamiento (Mateo 22.30) y aquellos que aman verdaderamente al Señor de manera incondicional impactarán a sus familias y amigos, compañeros de trabajo, socios, vecinos e incluso a sus enemigos. ¿Cuál es la clave para impactar de esta manera? Tomás, llamado Dídimo (gemelo), uno de los discípulos de Jesús, experimenta en el acontecimiento una visión real de Jesús, la cual genera un gran impacto. Tomás estaba repleto de dudas y escepticismo, ya que había estado ausente en la anterior aparición de Cristo a los discípulos. Luego de su resurrección, este discípulo declara firmemente que no creerá sin una evidencia sólida y empírica, de primera mano, en lo que respecta a la resurrección del Señor. Lento en aceptar el testimonio de sus compañeros, ordenó un claro criterio de evidencia para así poder creer. “Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré”. ¡Una difícil condición, en realidad, para un discípulo tan testarudo! Jesús aparece nuevamente a los discípulos, esta vez con Tomás presente. Cristo cumple los estándares de Tomás: “Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo , sino creyente ”. La respuesta de Tomás revela cómo sus dudas acerca de la resurrección de Jesús se esfumaron en un instante de reconocimiento, amor y pasión. Su respuesta representa el propósito e intención de todo estudio teológico serio sobre la persona de Cristo: “Señor mío y Dios mío”. Aquello que comenzó con la terquedad intelectual de Tomás, buscando evidencias físicas que demostraran la resurrección de Jesús se transformó en una pasión candente de un discípulo cuya

1

Made with FlippingBook Online newsletter