Dios el Hijo, Libro de Notas del Estudiante, SW10
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D I O S E L H I J O
La iniquidad de todos nosotros
Devocional
Is. 53.1-12 - ¿Quién ha creído a nuestro mensaje y a quién se le ha revelado el poder del Señor? [2] Creció en su presencia como vástago tierno, como raíz de tierra seca. No había en él belleza ni majestad alguna; su aspecto no era atractivo y nada en su apariencia lo hacía deseable. [3] Despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores, hecho para el sufrimiento. Todos evitaban mirarlo; fue despreciado, y no lo estimamos. [4] Ciertamente él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores, pero nosotros lo consideramos herido, golpeado por Dios, y humillado. [5] Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados. [6] Todos andábamos perdidos, como ovejas; cada uno seguía su propio camino, pero el Señor hizo recaer sobre él la iniquidad de todos nosotros. [7] Maltratado y humillado, ni siquiera abrió su boca; como cordero, fue llevado al matadero; como oveja, enmudeció ante su trasquilador; y ni siquiera abrió su boca. [8] Después de aprehenderlo y juzgarlo, le dieron muerte; nadie se preocupó de su descendencia. Fue arrancado de la tierra de los vivientes, y golpeado por la transgresión de mi pueblo. [9] Se le asignó un sepulcro con los malvados, y murió entre los malhechores, aunque nunca cometió violencia alguna, ni hubo engaño en su boca. [10] Pero el Señor quiso quebrantarlo y hacerlo sufrir, y como él ofreció su vida en expiación, verá su descendencia y prolongará sus días, y llevará a cabo la voluntad del Señor. [11] Después de su sufrimiento, verá la luz y quedará satisfecho; por su conocimiento mi siervo justo justificará a muchos, y cargará con las iniquidades de ellos. [12] Por lo tanto, le daré un puesto entre los grandes, y repartirá el botín con los fuertes, porque derramó su vida hasta la muerte, y fue contado entre los transgresores. Cargó con el pecado de muchos, e intercedió por los pecadores. Uno de los mayores misterios de la fe cristiana es el intenso relato acerca de la profunda humildad de Dios, la cual es revelada en la pasión y muerte de Jesucristo. Su humillación y sumisión nos es de asombro, maravillándonos así en la naturalez a de su divinidad. Su deseo por cumplir los mandamientos del Padre con suma lealtad y obediencia, sin importar el costo, revela el corazón de un Salvador abundante en virtud y gracia. En este importante capítulo acerca de la profecía mesiánica, Isaías describe las características de aquel que iba a venir con gran humildad, con el propósito de redimir a los condenados que vivían bajo el pecado. La falta de interés y entendimiento de los que recibirían su don de gracia hace aun más sorprendente su sacrificio. Una de las partes más importante del texto nos conduce hacia la profunda verdad en relación a la humildad de nuestro Señor y su muerte por nosotros. Isaías 53.3-6 enfatiza su humillación: “Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en sufrimiento; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado
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