El Reino de Dios, Guia del Mentor, MG02

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E L R E I N O D E D I O S

para eliminar de la creación de Dios todas las cosas que ofenden su santidad y misericordia. El glorioso resultado será el conocimiento universal de Dios en el medio de todos los pueblos y naciones, con el conocimiento de Dios tocando cada clan, pueblo, tribu, y nación (Isaías 11.9). En el Nuevo Testamento, el juicio final es percibido a la luz del Reino de Dios, y el papel de Jesús como el Juez final (2 Ti. 4.1), quien tendrá control y será el superintendente de la resolución final y el estado de los seres humanos (Mc. 15.62; Mt. 10.15; 11.22, 24; 12.36, 41-42; 23.33). El juicio en un tiempo de aventar y separar, de identificar todo lo que ofenda y separarlo de la nueva y refrescada tierra de Dios (Mt. 13.41-43, 47-50). El juicio final ha sido dado al Hijo por el Padre (5.26-27), y será seguido por la resurrección de los justos y los injustos (5.28-29 y 1 Co. 15.22-25). Mas aún, la disposición final de todas las cosas está conectada a sus cualidades: el juicio final bajo el escrutinio de Cristo será perfectamente justo (Ro. 2.11), será extendido a todos los pueblos en todo lugar (Ro. 2.6; 14.10; 2 Co. 5.10), y completado con precisión (Ro. 2.16). Aunque se tarde vendrá por seguro (2 Pe. 2.4-10; Jud. 5-7). Es importante reconocer que la propiciación y justificación experimentada por los creyentes cambia ambos, el fin y el sabor del juicio de los cristianos. Porque la pregunta del pecado ha sido ya resuelta para siempre en el Calvario (Ro. 3.21-26; 8.1, 31-34; Heb. 10.10,14), los discípulos de Jesús son juzgados en relación a sus recompensas por su servicio a Cristo (Ro. 14.10; 1 Co. 9.24-27; Stg. 1.12; 2 Co. 5.10; 1 Co. 3.13-15). Sin duda la más terrible tragedia en toda la vida es el hecho que, como resultado del juicio final y la disposición de los incrédulos, ellos estarán eternamente separados de la presencia y vida de Dios (1 Ts. 5.3; 2 Ts. 1.9; Flp. 1.28; 3.19; Ro. 6.21); el juicio divino es ambas cosas una presente y futura realidad (Ro. 1.18-32). Ofreciendo una clase de orden general del tiempo de los eventos, el libro de Apocalipsis proporciona pistas en la resolución final para aquellos que se oponen al reinado de Dios. A través de los juicios de las siete trompetas (8-11) y las siete copas (16), vemos los grandes ayes y problemas para la humanidad antes de que aparezca el juicio final. En los últimos capítulos del Apocalipsis de Juan vemos el juicio de los líderes que blasfemaron, los cuales serán echados al lago que arde con fuego y azufre, el cual es una imagen de sufrimiento, miseria, y juicio (19.20-21). El diablo, el cual es apresado y tirado al abismo durante el período de 1,000 años de paz milenial (20.1-3), al final de éstos es desatado, resultando en una nueva decepción de las

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