Haciendo Justicia y Amando la Misericordia: Ministerios de Compasion, Guia del Mentor, MG16

H A C I E N D O J U S T I C I A Y A M A N D O L A M I S E R I C O R D I A : M I N I S T E R I O S D E C O M P A S I Ó N

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todos los creyentes en Roma pudieran “recibirse los unos a los otros . . . como también Cristo nos recibió, para la gloria de Dios” (Ro. 15.7). Este recibimiento recíproco, preeminente en las comidas, se convierte en un acto de adoración y una demostración de unidad que atraerá a los no creyentes. Similar a este pasaje es cuando Pablo escribe a los corintios para corregir los abusos en la Santa Cena, lo cual excluye y deshonrara ciertos creyentes, especialmente a los pobres. Pablo insiste que no deben de haber ciudadanos de segunda clase cuando proclamamos al Cristo crucificado y su evangelio de cambio en el mundo (1 Co. 11.17–34). Anteriormente, en su ministerio, Pablo se había opuesto a las ideas de Pedro en Antioquía cuando éste se negó a comer con los gentiles convertidos (Gál. 2.11en adelante). Para Pablo, las comidas de la Iglesia se habían convertido en una traba para la revelación de la justicia de Dios en Cristo y la respuesta de la humanidad a ella. No es de sorprenderse que el discípulo paulino que escribiera 1 Timoteo considerara la hospitalidad como algo crucial para aquel que ocupara la función del obispado(3.2). En el cuarto Evangelio, el intercambio de comida o bebida era en ocasiones la oportunidad para revelar el amor de Dios en Cristo (4.7-adelante; capítulos, 6 y 13–17). Pero la preocupación de Juan por la hospitalidad se muestra a través de las declaraciones cristológicas. Jesús no es solamente la puerta para el rebaño de las ovejas, el que prepara las mansiones celestiales y el camino al Padre (10.1 en adelante; 14.1–6), él es el lugar donde los creyentes adoran (2.13–22) y moran (14.20, 23; 15.1 en adelante). Estas imágenes toman un significado especial para los miembros de la comunidad cristiana a la cual Juan escribe, ya que habían sido expulsados de la sinagoga. Las cartas de Juan apremian a sus lectores a no recibir a los cristianos que no permanecen en la doctrina de Cristo (2 Juan 9-10). Pero él y sus emisarios reciben un trato no hospitalario por parte de Diótrefes (3 Juan 9-10). Aparentemente el asunto es un conflicto por obtener la autoridad. Las imágenes de hospitalidad ocurren con frecuencia en las epístolas generales. Santiago exhorta a no humillar a los pobres, asignándolos a lugares inferiores en las asambleas públicas de la Iglesia (2.1–7). El autor de 1 Pedro se dirige a sus lectores cono expatriados y dispersos “no erais pueblo” pero ahora sois “pueblo de Dios . . . edificados como casa espiritual para un real sacerdocio” (1.1; 2.4–10). Como tales, deben “practicar la hospitalidad sin murmurar unos de otros” (4.9). Esta

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