La Busqueda del Pergrino
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Eclesiástico, integramos nuestras experiencias individuales a esta gran Historia. En todas nuestras lecturas, estudios y meditaciones, conectamos nuestras vidas al relato bíblico de los eventos en la vida de Cristo, y conectamos nuestro compromiso hacia la Palabra con ese horizonte de textos provisto por el Leccionario Común Revisado. Tal énfasis nos ha llevado a una contemplación más rica del significado de los Evangelios y de Jesús (e.d., el leccionario está diseñado para leer gran parte de las Escrituras cada tres años), y nos mantiene abiertos a los vastos recursos devocionales, para sermones y enseñanzas disponibles para los creyentes enfocados en Cristo, y vinculados al Año Cristiano. Nosotros que amamos y servimos a Cristo en la ciudad podemos beneficiarnos de la poderosa conexión de la historia asociada al Año Cristiano. Desde los archivos más antiguos podemos ver el ritmo de celebración y conmemoración relatado por los Padres de la Iglesia, encarnado en la unánime Iglesia primitiva, y transmitida a otros a través de los siglos. Antes de que los enfrentamientos entre el catolicismo, la ortodoxia, el anglicanismo y el protestantismo comenzaran, la unánime Iglesia primitiva se enfocaba en la persona de Cristo y buscaban vivir en ese enfoque juntos en comunidad. Ciertamente, el Año Eclesiástico sufrió mucho abuso regional y particular durante la época medieval, por lo que muchos de los Reformadores, en respuesta a las indulgencias de Roma, “tiraron al bebé junto con el agua sucia de la bañera”. Una renovación de nuestro amor por Cristo, y nuestro profundo deseo por conocerlo y obedecerle, puede renovar nuestro interés evangélico en la Historia, y llevarnos a una comunión más cercana con las antiguas tradiciones de la Iglesia, e.d., los que se enfocaron gozosamente en la obra victoriosa de Cristo como el destructor del mal y restaurador de la creación. Quizá la mayor de las bendiciones de practicar el Año Eclesiástico es la manera en que una apropiación Cristo-céntrica y evangélica del mismo nos puede enriquecer espiritualmente. Con su enfoque en la historia de Cristo y su trabajo en la Iglesia y en nombre de ella, su reflexión en el Año Cristiano le llevará de regreso a la línea histórica que yace en los cimientos del culto y la misión de la Iglesia – la historia de Jesús. El Año Cristiano puede capacitarle para caminar a su ritmo con una nueva cadencia, un ritmo cuyo pulso contrarresta los ritmos que golpean tan ruidosamente en los calendarios civiles y la sociedad secular.
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