Meras Misiones
106 • M eras M isiones : A vanzando para M ultiplicarnos
claras en que el alma no muere cuando el cuerpo muere (Ecles. 12:5-7; Mt. 17:1-3; 22:31-32; Lucas 16:19-31; 23:39-43; Ap. 6:9). Esto no sólo es bíblico, sino que los primeros padres de la iglesia lo consideraron una doctrina tan importante que se incluyó en nuestras raíces sagradas. El Credo Niceno dice: “Esperamos la resurrección de los muertos y la vida del mundo venidero. Amén.” Aunque el cuerpo de todo ser humano volverá al polvo al morir, el alma sobrevive eternamente, ya sea para una vida de eterna comunión con Dios o para una vida de eterna separación de Dios; ya sea la eternidad en el cielo o la eternidad en el infierno; ya sea una vida de eterna bienaventuranza y shalom o una vida de eterna aflicción y tormento. La trágica noticia es que cada alma, desde Adán y Eva hasta ahora y en el futuro, nació y nace en la esclavitud del pecado y está en enemistad con Dios (Gén. 6:5; Sal. 51:5; Ecl. 7:20; Rom. 3:23; 5:12; Ef. 2:3). El destino de las almas de toda la humanidad está automáticamente determinado por estar separadas de Dios y Su presencia. No hay escapatoria. Todos están condenados. Estamos indefensos y sin esperanza en el camino a la destrucción eterna (Mateo 7:13-14). La gravedad del pecado no sólo conduce a la realidad eterna del infierno, sino que conducirá a tal caos en la tierra que, si Dios “no acorta los días”, nos destruiríamos unos a otros (Marcos 13). Aunque no nos guste oírlo, Dios está en guerra con nosotros. Todos somos rebeldes y nos hemos rebelado contra nuestro Creador, Dios Todopoderoso, y Él debe ocuparse de la rebelión (2 Ped. 2:4-10). Hay mucho en juego. La decisión equivocada tiene consecuencias eternas catastróficas. La eternidad del infierno es mucho peor que las necesidades temporales más profundas y la pobreza de la humanidad. Es una separación y un tormento de Dios que no tendrá fin. Las Escrituras son claras: Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua. ~ Daniel 12.2
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