Orando los Salmos con Agustín y Amigos
Capítulo 4: Salmos 60–80
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Salmo 79 con Agustín – Una súplica por misericordia El recuerdo de la aflicción anterior en este salmo no es para informar a Dios de lo ocurrido, sino para preguntarle: ¿Hasta cuándo, SEÑOR? ¿Vas a estar enojado para siempre? ¿Arderá tu celo como el fuego? (v. 5). El salmista le pide a Dios que no se enoje hasta el final, que esta devastación no continúe para siempre, sino que modere sus castigos. Reconoce que la ira y los celos de Dios no son sus emociones, como suponen algunas personas que no entienden las Escrituras, sino que su ira significa la venganza del pecado; los celos, la exigencia de pureza. Al buscar la santidad, el alma no despreciará la ley de su Señor, ni perecerá por infidelidad al Señor. Cuando los seres humanos actúan con ira o celos, son violentos, pero Dios los expresa con calma. Por la gloria de tu nombre, líbranos (v. 9) para que no nos gloriemos en nosotros mismos, sino en el Señor. Y por la gloria de tu nombre . . . perdona nuestros pecados , no por el nuestro. ¿Qué más merecen nuestros pecados sino castigos apropiados? Pero por la gloria de tu nombre . . . perdona nuestros pecados . Así nos libras del mal mientras nos ayudas a actuar con justicia y eres misericordioso con nuestros pecados. Porque “ante ti nadie puede alegar inocencia” (Sal 143:2). Pero el pecado es iniquidad. Y “Si tú, Señor, tomaras en cuenta los pecados, ¿quién, Señor, semantendría en pie?” (Sal 130:3).
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