Orando los Salmos con Agustín y Amigos
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Orando los Salmos con Agustín y amigos
Salmo 140 con Agustín – Protección de los malvados Oh SEÑOR, líbrame de los malvados (v. 1). Muchas personas injustas parecen ser inofensivas. No son feroces ni salvajes. No persiguen ni oprimen. Sin embargo, son injustos, porque son lujosos, borrachos, dados a los placeres. Toda persona injusta es malvada, sea amable o feroz. Quien se interponga en su camino, quienquiera que sea tomado por sus trampas, descubrirá que lo que parece inofensivo es realmente dañino. Pueden estar callados, pueden ocultar su enemistad, pero no pueden amarte. Puesto que no pueden amarte, y puesto que los que te aborrecen buscan tu mal, no dejes que tu lengua y tu corazón tarden en decirle a Dios: SEÑOR, protégeme del poder de los malvados; protégeme de los violentos (v. 4). Aquí los vemos tal y como son y los conocemos. Aquí no necesitamos entender, sino actuar. Necesitamos orar, no preguntar quiénes son. Todo el mundo tiene enemigos en los negocios que buscan engañarle a la hora de comerciar, para robarle el dinero. Todo el mundo tiene como enemigo a un vecino que trama cómo hacer daño a su familia, cómo destruir su propiedad de alguna manera, que seguramente trama esto y trata de lograrlo mediante el engaño, el fraude y artimañas diabólicas. Nadie puede dudarlo. No trates de evitarlos para proteger tu propiedad. Sin embargo, asegúrate de que, si te acechan y te atraen hacia ellos, no te separen del cuerpo de Cristo y te hagan parte de su pandilla. Porque, así como Cristo es la cabeza de los buenos, el diablo es cabeza de los malos. Ciertamente los justos alabarán tu nombre (v. 13), Señor, cuando defiendes la causa de los justos, y cuando preservas su derecho. Los justos no atribuirán nada a sus propios méritos, sino todo a tu misericordia.
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