Orando los Salmos con Agustín y Amigos
Capítulo 1: Salmos 1–17
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que hable en su corazón lo está confesando al Señor, porque Dios es el Escudriñador de los corazones. Puesto que usted no puede ocultarle sus pensamientos de él, ¿pueden sus gritos permanecer ocultos o excusados? Reflexione sobre esto. Con todo celo, pues, queridos hermanos, mantengamos nuestra boca controlada por un filtro adecuado. Que nuestra lengua no pronuncie nada desagradable, que ningún discurso inmoral nuestro conciba nada dañino, nada engañoso. Que nuestros corazones no contengan nada astuto, áspero u ocioso; porque el Señor ha dicho que incluso de las palabras ociosas hay que dar cuenta (Mat 12:36). Aunque una persona fortifique su vida por la fe, la gobierne por la sabiduría, y la ordene con pureza y sobriedad, no hay nada agradable en ella si solo su lengua de todas las partes de su cuerpo habla ofensa.
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