Orando los Salmos con Agustín y Amigos
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Orando los Salmos con Agustín y amigos
Salmo 32 con Juan Calvino – Reconciliación con Dios David, después de haber experimentado en gran medida y dolorosamente lo miserable que es sentir el dolor de Dios por nuestro pecado, nos enseña aquí que la felicidad solo consiste en el perdón gratuito de los pecados, pues nada puede ser más terrible que tener a Dios por enemigo; ni puede sernos misericordioso de otromodo que perdonando nuestros pecados. Dichoso aquel a quien se le perdonan sus transgresiones (v. 1). Casi todo el mundo, apartando sus pensamientos del juicio de Dios, trae sobre sí un olvido mortal, y se embriaga con placeres engañosos. David, como si hubiera sido golpeado por el temor de la ira de Dios, despierta a los demás declarando claramente y en voz alta que las únicas personas que son bienaventuradas son aquellas con las que Dios está reconciliado. Las dos razones por las que el salmista insiste tanto en el tema del perdón son estas: para que pueda levantar a los que duermen, inspirar a la reflexión a los descuidados y despertar a los deprimidos; y para quepuedacalmar lasmentes temerosasyansiosasconconfianza segura y firme. Cuanto más sobresale alguien en santidad, más lejos se siente de la justicia perfecta y más claramente percibe que no puede confiar ennadamás que en lamisericordia deDios únicamente. Por lo tanto, parece que aquellos que piensan que el perdón de los pecados solo es necesario cuando alguien se hace cristiano por primera vez, están muy equivocados. Como los creyentes se ven envueltos diariamente enmuchas faltas, de nada les sirve haber entrado una vez en el camino de la justicia, a menos que la misma gracia que los llevó a él los acompañe hasta el último paso de su vida. El Salmo 32 enseña que siempre que los pecadores se presenten ante el trono de la misericordia con una confesiónverdadera,encontraránquelesesperalareconciliación con Dios.
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