Orando los Salmos con Agustín y Amigos
Capítulo 3: Salmos 39–59
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¿Qué alimenta al pecador sino la admiración de un adulador? Si alguien reprende duramente a otro, parece que se entusiasma con su pecado y le dice libremente el mal que ha hecho. Si la otra persona, tal vez, imita a la que lo está reprendiendo, también se enojará por su pecado. Ahora bien, si somos verdaderos médicos espirituales y atendemos cuidadosamente al remedio de sus almas, no debemos halagar a nadie, ni nosotros debemos hacerlo con nosotros. Confesemos nuestros pecados, no los justifi quemos. Ha hecho usted mal y es culpable; confiéselo, y será perdonado.
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