Raíces Sagradas

V i v i r l a V i d a B a u t i z a do

El día de Pentecostés Diez días después de la ascensión de Cristo el Espíritu Santo fue enviado al mundo, dando a luz a la Iglesia y siendo él mismo la promesa y la entrega de la bendición plena que vendría en la segunda venida de Cristo. El Pentecostés es el día que celebra la venida del Espíritu Santo a la Iglesia. En la presencia del Espíritu Santo, nuestro Señor está ahora presente con todo su pueblo. El Pentecostés enfatiza la señal más significativa de la presencia del Reino en este mundo: La venida del Espíritu Santo. Tal como Pedro lo narró en su sermón hace tantos años, Dios había prometido que en los últimos tiempos el Espíritu de Dios se derramaría sobre la humanidad, con todo su pueblo profetizando y teniendo sueños y visiones, tanto en hombres como en mujeres. Las maravillas de Dios serían vistas en la tierra y el testimonio de la salvación de Dios en Cristo sería llevado hasta los confines de la tierra. ¡Gloria a Dios porque vivimos en esa época, en el tiempo de la presencia de la paloma celestial y la entrada del Espíritu a nuestro mundo! En Pentecostés se conmemora la venida del Espíritu Santo a la Iglesia. El Espíritu Santo representa la presencia accesible del Dios Todopoderoso con y para su pueblo en la Iglesia. La obra completa de nuestro trino Dios al salvar a su creación y su pueblo es reconocida una semana después de Pentecostés en el Domingo de la Santísima Trinidad . Estamos llamados a reflexionar juntos sobre este misterio en el domingo de la Santísima Trinidad. El Domingo de la Santísima Trinidad cae el primer domingo después de Pentecostés. En Pentecostés, Jesús se declara ser el Mesías y el Señor (Hch. 2:36) y, por supuesto, ese es el día de la venida del Espíritu Santo. La Iglesia siempre ha estado comprometida con una comprensión trinitaria de Dios y esto permite a los cristianos adorar y meditar en ese misterio.

lA eSTACIÓN DESPUÉS DE pentecostÉS: eL rEINADO DE cRISTO (tIEMPO oRDINARIO)

La estación después de Pentecostés representa un tiempo de reflexión sobre la obra presente de Cristo en el cielo, y la promesa y la esperanza de la obra que efectuará en su segunda venida. Durante este tiempo de la historia de la salvación, la Iglesia reconoce al Señor como la cabeza de la Iglesia, el Señor de la

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