Raíces Sagradas
través de los profetas y los apóstoles, Dios ha provisto a su pueblo la clara narración de sus acciones creativas, sus pactos con los patriarcas, su llamado a la nación de Israel, y la
encarnación y las obras salvíficas de su Hijo, Jesús de Nazaret. En la historia general de Dios testificada en la Escritura, vemos la acción de Dios en la creación de su universo, su propósito soberano de redimir a su creación de la maldición, y sus pactos con los patriarcas, Israel y la Iglesia.
Las Escrituras son inspiradas por Dios, las cuales hacen constar fielmente la progresión histórica de las acciones
salvíficas de Dios en el mundo, y su revelación final y particular mediante la persona del Señor Jesucristo. El Espíritu Santo, que inspiró la Palabra de Dios, ilumina al pueblo de Dios con esa misma Palabra, dando a conocer a Jesús a la Iglesia como el centro, el objeto y el tema de las Escrituras. Él es el actor principal en el drama cósmico de Dios. A través de la Palabra, los creyentes recibimos sustento para nuestro diario vivir y fuerza para declarar y presentar el Evangelio de Cristo a quienes todavía no han oído del amor de Dios . La Respuesta Subjetiva: La Participación de la Iglesia en el Drama de Dios Los siguientes cuatro elementos son la práctica subjetiva que surgen del fundamento objetivo de las obras del trino Dios en el universo. Ellos representan la participación de la Iglesia y su respuesta a la revelación del drama de Dios en la Escritura. La Iglesia como comunidad redimida de Dios afirma y cuenta la historia del amor de Dios en Cristo. En toda su teología, adoración, discipulado y evangelización, la Iglesia de Jesucristo ha tratado de ser fiel al testimonio apostólico acerca de Cristo y su Reino, según consta en la Escritura. 5. La Gran Confesión . El pueblo de la historia . Como confesores de la verdad de la historia de Dios, los creyentes representan al pueblo de la historia, aquellos que han sido llamados por el Espíritu a través de las buenas nuevas de salvación en Cristo. Junto a todos los santos, confesamos a Jesucristo como Señor para gloria de Dios Padre, aferrándonos a la afirmación de fe de los credos antiguos que reconoce al Padre como creador, a Cristo como nuestro
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