Raíces Sagradas
Dond e S e a , S i emp r e y p o r T odo s
Creemos en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho. Que por nosotros y por nuestra salvación bajó del cielo: por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen y se hizo hombre. Por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato: padeció y fue sepultado. Resucitó al tercer día, según las Escrituras, subió al cielo y está sentado a la derecha del Padre. De nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su Reino no tendrá fin. Creemos en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe en una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas.
Creemos en la Iglesia, que es una, santa, católica (universal) y apostólica.
Reconocemos un solo bautismo para el perdón de los pecados. Esperamos la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.
A pesar de que es llamado “El Credo Niceno”, esta confesión particular debe ser distinguida del credo de Nicea (325). Los eruditos debaten si en su forma antes mencionada fue reconocido en el Concilio de Constantinopla I (381), pero la mayoría coincide en que fue reconocido por el Concilio de Calcedonia en 451, y reafirmado en Constantinopla II en 553. Este credo es sin duda la indiscutible confesión principal de la Iglesia, tanto en Oriente como en Occidente; es el credo principal usado en contextos de catequesis y eucaristía en toda la Iglesia, y se reconoce como una auténtica síntesis de las primeras enseñanzas de la histórica fe ortodoxa, la cual los cristianos han creído “donde sea, siempre y por todos”. En verdad, el Credo Niceno representa una declaración concisa, elegante y hermosa de lo que los primeros pastores, teólogos y líderes de la Iglesia consideraron ser la esencia elemental de la ortodoxia cristiana. Para nosotros, se trata de un comentario sonoro sobre el significado de la historia bíblica y representa nuestra prueba más crítica de la ortodoxia histórica. Si bien se reconoció por su claridad en resumir la fe, la Iglesia de Occidente ha añadido la cláusula latina llamada “cláusula filioque ” (es decir, “y del Hijo”) en cuanto a la
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