Representado la teologia

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R e p r e s e n t a n d o l a t e o l o g í a

¡Levántese Dios! (continuación)

Un serio llamado a la oración prevaleciente

Cuando Edwards escribió su llamado a las iglesias de Inglaterra y Escocia a orar por un vivamiento, él se enfocó en Zacarías 8.18-23, que dice así: Vino a mí palabra de Jehová de los ejércitos, diciendo: [19] Así ha dicho Jehová de los ejércitos: El ayuno del cuarto mes, el ayuno del quinto, el ayuno del séptimo, y el ayuno del décimo, se convertirán para la casa de Judá en gozo y alegría, y en festivas solemnidades. Amad, pues, la verdad y la paz. [20] Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Aún vendrán pueblos, y habitantes de muchas ciudades; [21] y vendrán los habitantes de una ciudad a otra, y dirán: Vamos a implorar el favor de Jehová, y a buscar a Jehová de los ejércitos. Yo también iré. [22] Y vendrán muchos pueblos y fuertes naciones a buscar a Jehová de los ejércitos en Jerusalén, y a implorar el favor de Jehová. [23] Así ha dicho Jehová de los ejércitos: En aquellos días acontecerá que diez hombres de las naciones de toda lengua tomarán del manto a un judío, diciendo: Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros. Edwards relacionó este texto con profecías del fin del tiempo cuando Dios traería un avivamiento dramático y glorioso a la tierra a través de la enfocada intercesión del pueblo de Dios. Creo que Edwards tenía razón. Además, estoy convencido que las promesas de Dios a ser movido con relación a la oración extraordinaria por su pueblo santo, se encuentran a través de la Biblia, sostenido con muchos ejemplos de la historia bíblica y de la vida contemporánea. El Dios Todopoderoso contesta la oración. Por lo tanto, hacemos un serio llamado a todos los creyentes que aman al Señor Jesús y las ciudades de América, a unirse en la formación de nuevos movimientos de oración por las ciudades, por todos los que viven en ellas, especialmente el pueblo de Dios. Estamos haciendo un llamado a la oración prevaleciente en el nombre de Cristo Jesús para la gloria de Dios. Estamos pidiendo que Dios nos envíe al Espíritu Santo mismo, para que irrumpa en las tinieblas, en el mal y en la desesperación de la ciudad, y traiga un refrigerio y un cambio revolucionario entre los más pobres de los pobres de Ibero-América. Este no es un llamado a repetir los “grandes días” del pasado (un nostálgico retorno a los gloriosos días de las reuniones de los grandes avivamientos, o cualquier otro avivamiento de la historia). El llamado tampoco es para los que sólo pasan pocas horas en oración sobre cosas sin importancia. Tampoco estamos suplicando por sólo un poco más de esfuerzo al orar, algo así como un énfasis temporal en oración por las ciudades que pudiera hacerse sosegada y cómodamente “un trimestre si, otro trimestre no” o algo así. Más bien, lo

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