Meras Misiones

E l E vangelio : E vangelizar • 111

3. Plan: El Amor de Dios Dios no ha destinado a los rebeldes a la ira (1 Tes. 5:9). El amor ilimitado y desbordante de Dios hizo que Él ideara un plan para rescatar y salvar a toda la humanidad de Su juicio, condenación y castigo (Juan 3:16-17). Su deseo, que surge de su amor incomparable, es que nadie perezca, sino que todos sean salvos y reciban su paz en lugar de experimentar su enemistad y su justa ira (2 Ped. 3:9). Este es el corazón de las “Buenas Nuevas” – Dios ha tomado la iniciativa de buscar y salvar (Lucas 19:10) a aquellos que se han rebelado contra Su Reino, es decir, Su gobierno y reinado. Aquí está el amor de Dios, no que nosotros hayamos amado a Dios, sino que él nos amó y envió a su Hijo, cuyo nombre es Jesús, para ser propiciación por nuestros pecados (1 Juan 4:10). Este Hijo suyo apaciguó su ira que está sobre nosotros (Rom. 3:24-25). Ya no necesitamos ser sus enemigos (Col. 1:21-22; Rom. 5:10-11). Pero ¿Cómo apaciguó Jesús, el Hijo de Dios, la ira de Dios para que ya no seamos enemigos de Dios? ¿Qué hizo él? Jesús tomó sobre sí mismo nuestro juicio, condenación y castigo al ser un sacrificio a Dios (Juan 1:29; Rom. 5:6-10; Ef. 5:2; Heb. 10:10). Fue un brutal sacrificio de muerte sobre una cruz romana. Jesús pudo ser ese sacrificio por el mundo entero porque estaba sin pecado ni rebelión contra Dios. Él era perfecto. 2 Corintios 5:21 dice: “Al que no conoció pecado, por nosotros [Dios] lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él [Jesús]” La Buena Nueva es que Dios en realidad nos salva de Sí mismo (Lucas 2:14; 2 Cor. 5:21; Rom. 3:21-26; 5:1, 8-11; 1 Tes. 1:10; Col. 1:20; Isa. 53:5; 61:10; Ef. 2:14-18; Hebreos 8:12). Cuando Jesús gritó en la cruz: “Consumado es”, estaba afirmando que la guerra y la ira de Dios hacia sus enemigos rebeldes, la humanidad, habían terminado. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda,