Meras Misiones

122 • M eras M isiones : A vanzando para M ultiplicarnos

¿quién ha creído en nuestro anuncio? Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.” Se trata del mensaje y no del mensajero. El mensaje por sí solo, a través de la obra del Espíritu Santo, “convence al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (Juan 16:8). Los mensajeros son sólo un recipiente en el que se pronuncia el mensaje del Evangelio. La Iglesia primitiva no fue perseguida por demostraciones de compasión y justicia, sino por su confesión y proclamación de que Jesús es el Señor resucitado y debe ser adorado y glorificado únicamente. Toda la humanidad puede y debe realizar actos de bondad, compasión, justicia y misericordia, pero sólo la Iglesia, el sacerdocio de todos los creyentes, puede y debe proclamar el Evangelio. Para aquel que es autorizado y enviado a plantar iglesias, esta se convierte en su primera tarea. Es su prioridad y responsabilidad. Ninguna iglesia será plantada sin la conversión de los perdidos y los perdidos no pueden convertirse a menos que escuchen las Buenas Nuevas de Jesucristo. Más de 100 veces se describe el ministerio de Jesús en términos de enseñanza, predicación y evangelización. Más de 140 veces el Nuevo Testamento utiliza palabras como “anunciar”, “contar detalladamente”, “difundir buenas nuevas”; anunciar o proclamar. La evangelización es fundamental para nuestra Plataforma de Misiones Apostólicas (Hechos 4:4; 13:47-48; 16:25 34; 17:10-12; 17:32-34; 28:24; Ef. 1:13; Rom. 10:14). El Apóstol Pablo, el plantador de iglesias de los gentiles, ordenó su llamado misionero y su prioridad en la predicación del Evangelio (1 Cor. 15:1-5). G. W. Peters dijo: “La evangelización se refiere a la fase inicial del ministerio cristiano. Es la proclamación autorizada del evangelio de Jesucristo tal como se revela en la Biblia en términos relevantes e inteligibles, de manera persuasiva con el propósito definido de hacer cristianos conversos. Es predicar el evangelio de Jesucristo para obtener un veredicto”. Continúa afirmando: “No somos enviados a predicar sociología sino salvación; no economía sino evangelismo; no reforma sino redención; no cultura sino conversión; no progreso sino perdón; no un nuevo orden social sino un nuevo nacimiento; no

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